sábado, 28 de junio de 2008

Salud Hernández:


La guerra es la guerra

Publicado el 29 de Junio de 2008

El espectáculo es lamentable. No tiene presentación. Llevar a las urnas una decisión judicial es una maniobra populista más digna de un Fujimori que de un mandatario serio. Como lo fue arrogarse el papel de juez ante los medios de comunicación y someter al Ministro de la Protección Social a un interrogatorio de juguete para mostrar su inocencia. Y no digamos la intromisión del Comisionado de Paz en asuntos que nada tienen que ver con su despacho o los dardos lanzados desde Casa Nariño para equiparar a los jueces con los terroristas sólo porque investigan parapolíticos.
La guerra entre dos pilares fundamentales del Estado llegó demasiado lejos y parece que a los contendientes no les importa llevarse al país por delante. Sobre todo al Presidente, que es quien debería mantener la cabeza fría y el que utiliza todos los medios a su alcance para disparar contra el bando rival.
Cree que su artillería pesada está en su respaldo popular y por eso decidió emplearla a fondo convocando a los ciudadanos a decidir sobre una cuestión que sólo corresponde a los jueces. Porque una cosa es que la mayoría de los colombianos respalde la gestión de Uribe y le importe poco si a Yidis la compraron o no porque lo único que les interesó en su día fue reelegir a su líder, y otra diferente es que refrenden en las urnas la forma oscura como el Gobierno logró pasar la reforma constitucional. Aun ganado el referendo, cosa que está por verse porque tampoco al votante le gusta que lo utilicen de forma descarada, perdería la razón.
Si los implicados y Uribe están convencidos de su inocencia, que aguarden a que la justicia investigue y decida sobre la participación de los funcionarios gubernamentales en el 'Yidisgate'. Lo que un gobierno democrático y responsable no puede hacer es enfrentar a fiscales, procuradores y jueces con el pueblo con el fin de ganar sus batallas. Eso se llama populismo barato y no respeto institucional.
Que la Corte Suprema ha traspasado a veces el área de su competencia para propinarle golpes al Gobierno porque hace un tiempo le declararon la guerra, es algo incuestionable. Como lo es que algunos de sus miembros cometieron graves irregularidades por las que deberán responder les guste o no porque ellos no están por encima de la ley. Pero de ahí a acusarlos de hacerles el juego a las Farc hay un trecho enorme que el Presidente no debería recorrer.
Ahora resulta que cuestionar a Álvaro Uribe y a su gabinete es ponerse del lado de los terroristas, y hacer lo propio con la Corte es colocarse en la orilla gubernamental. No deberíamos caer en ese juego al que nos quieren llevar Gobierno, magistrados y oposición, en especial el primero.
Si a Uribe le importa Colombia, que retire su propuesta de plebiscito y respete las decisiones judiciales por muy lesivas que sean para sus intereses particulares. En un momento de crisis económica mundial que está afectando a Colombia y cuando aún queda tanto por hacer, enfrascarse en una pelea con uno de los tres pilares básicos del Estado no puede sino generar inestabilidad, además de desviar la atención sobre las cuestiones básicas que preocupan al ciudadano. Y si bien a muchos les gustaría que Uribe repitiera mandato, seguro que prefieren sacrificar la segunda reelección en aras de la estabilidad.
Si el Presidente toma distancia y medita a fondo sobre lo ocurrido en lugar de hacerlo sólo con su guardia de corps, verá que quedan en evidencia sus ansias reeleccionistas y que todo lo está haciendo, como ocurrió cuando quiso repetir mandato, con la mente puesta en otros cuatro años de gobierno. Si no persiguiera quedarse en Palacio, no estaría batallando con la Corte por poco que le gustaran sus decisiones. Se centraría en cumplir las promesas electorales que quedan pendientes y en buscar a su mejor sucesor. Es decir, en lo que haría un presidente que fue muy eficaz para su nación y que sólo quiere que siga progresando aunque ya no sea él quien lleve el bastón de mando.
Salud Hernández-Mora