martes, 6 de febrero de 2007

INCEN - DIARIO

Cali, 5 de febrero del 2007

Lapidario y recurrente el último discurso presidencial. A ese paso terminaremos por acostumbrarnos a sus tan olímpicas salidas, esta vez, tratando de manera infructuosa, de “sacarle el bulto” a la responsabilidad tanto política como histórica frente a los protuberantes y cada vez más contundentes hechos que se siguen develando y que comprometen muy seriamente su gestión al frente del estado.
En lugar de seguir con el prefabricado y trajinado discurso presidencial que lo llevó al poder, (Mano dura…corazón dilatado) debería ponerse a la tarea de gobernar y combatir la pobreza y el hambre de las mayorías y no seguir defendiendo posiciones personalistas y equívocas frente a un mal disfrazado proceso de reincorporación de paracos a la vida civilista (Justicia y paz?).
La polarización en la que quiere seguir invirtiendo con su guerrerista campaña de desprestigio a la oposición, solo le traerá desaciertos y más desgaste y desconfianza en la labor que desarrolla, un gobernante debe infundir e irradiar confianza y no temor y miedo ante sus gobernados.
El humo que tratan de desplegar los encargados de velar por su imagen, con el infructuoso pretexto de impedir a toda costa que se conozca la verdadera participación del gobierno en el escándalo de la parapolítica, no solamente dejan entrever un presidente asustado y desconcertado, sino también a un ejecutivo presa de la ira, vengativo, y rencoroso haciendo uso cada vez más seguido del espejo retrovisor en lugar de encarar su propia responsabilidad en todo este sangriento episodio de la historia política actual y reciente, haciendo uso de manera indiscriminada e irresponsable, de toda suerte de editoriales incendiarios para desviar y confundir aún más a la ya de por sí analfabeta opinión nacional.
Un triste y lamentable ejemplo el que da un personaje de su talla y talante a toda una nación y al mundo entero, cuando de manera ligera y motivado por la emocionalidad y no por la integración de todas sus partes (cuerpo, razón y sentimiento), cataloga y designa con toda clase de improperios y descalificativos ominosos, hasta el punto de llamar terroristas a sus opositores, poniendo en grave riesgo sus vidas y las de sus familias.
Ojalá nada detenga los procesos e investigaciones que se adelantan contra la infiltración de políticos en el paramilitarismo (O será al revés?) y se esclarezca la participación de otro sinnúmero de protagonistas de la llamada sociedad Colombiana que desde sus haciendas ganaderas, industrias, incluso desde las F.F.M.M., alentaron, participaron, conformaron, protegieron, apoyaron, financiaron, y cohonestaron, con estos mal llamados grupos ilegales de autodefensas de derecha extrema.
El señor presidente debería ponerle toda la atención a la protección y seguridad que merecen las víctimas de este conflicto, antes de que las acaben una a una, las fuerzas oscuras del delito, como ya comenzó a suceder; debe también brindar las garantías suficientes al sistema judicial para que continúen las investigaciones de manera confiable y transparente, manteniendo una clara diferenciación e independencia entre los distintos poderes públicos; adelantar verdaderos procesos de expropiación de bienes tanto lícitos como ilícitos para reparar a las víctimas; permitir un ejercicio de verdadera justicia para que la impunidad no sea la verdadera triunfadora en todo este proceso; y sobre todas las cosas, debería empeñarse en blindar de transparencia todas estas investigaciones evitándonos el encubrimiento engañoso de toda la verdad (Política e histórica) por parte de unos señores comandantes que temen hablar por temor a ser extraditados, y la única manera de lograrlo sería, recogiendo una sana propuesta hecha por el senador Gustavo Petro, delegando su discrecionalidad para definir la extradición de estos en otra persona o institución que represente el estado de derecho.
De seguir como vamos, esos visos de turbiedad culminarán enlodando por completo y deslegitimando un proceso como el de justicia y paz, que desde su presentación por el ejecutivo ante el congreso de la república, nació mal. Eso no es sano para la democracia señor presidente.
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