martes, 30 de enero de 2007

SEÑOR PRESIDENTE HAY UNA VIGA EN SU OJO.

En falso nuevamente la desesperada salida del señor presidente al tratar de manera infructuosa de desviar la atención del permanente escándalo en que se halla sumida la legitimidad de su gobierno.
Ayer se dieron a conocer los nombres de los nuevos políticos llamados a indagatoria por los organismos encargados de administrar justicia en el país, lo cual obviamente no es sinónimo aún, de cosa juzgada ni de culpabilidad, pero por algo se empieza.
La manía estrategia de prender el ventilador pegado del retrovisor, hace entrever la escasa imaginación e inteligencia de sus ya desgastados asesores e ideólogos, en cabeza del señor José Obdulio Gaviria, alto consejero presidencial, a quien solo le faltó que le pidieran la renuncia en vivo y en directo en la W en el día de hoy, los señores editor y codirector del Tiempo, Roberto Pombo y Enrique Santos calderón respectivamente, por su manera tan olímpica de evadir la realidad de su discurso y por la insistente búsqueda de salidas decorosas a los errores protagonizados por el señor presidente en la alocución del pasado sábado en Pereira. Tratar de culpar de todo el escándalo de ayer y de hoy al periodista que redactó el artículo en el Tiempo donde en un solo párrafo utilizó una proposición en lugar de otra, no solo es una falta de respeto con la gente sino una afrenta contra la inteligencia misma de los Colombianos.
El análisis simple del desprevenido que se entere del discurso presidencial no es otro que la amenaza o chantaje contra los anteriores presidentes inculpándolos de ser responsables directos por acción u omisión en el nebuloso asunto de la conformación de grupos de autodefensas o paramilitares en Colombia. El mensaje no podría ser más claro, el responsable no solo soy yo...
Tratar de minimizar el grado de responsabilidad en el asunto no es nada decoroso y menos aún, pretender generar un manto de duda y de culpas sobre los expresidentes Pastrana, Samper y Gaviria.
Uno de los objetivos de tal estrategia por lo demás equívoca, es enviarle un mensaje directo a la fracción del liberalismo que hace parte de la oposición junto al conjunto representado por el Polo democrático en su tarea de continuar con las denuncias sobre paramilitarismo en el actual gobierno, lo cual será difícil de evitar.
La pretensión de inculpar a todos los mandatarios antes de él, como co-responsables del fenómeno paramilitar en Colombia, hacen ver al señor Alvaro Uribe Velez como afanado por lavarse las manos y los pies en todo este asunto y salir bien librado de la responsabilidad tanto política como histórica que debe enfrentar ante toda una nación, de la que también hacen parte la gran mayoría que votó por él en las dos elecciones pasadas y conjuntamente por todos los políticos que hicieron parte de su movimiento (Partido de la U, Cambio Radical, Alas equipo Colombia, Colombia Viva, etc.) motivados a sufragar no por su tan publicitada popularidad sino bajo el temor propio de los fusiles, el terror y las amenazas de muerte.
La soberanía de un estado no se materializa ni se ejerce únicamente
con presencia militar ni con el ejercicio de la autoridad y el monopolio de la fuerza y de las armas; ni la sola ausencia bélica del estado se constituye en la única razón que justifique la existencia de movimientos insurgentes.
Señores voceros y representantes del gobierno, dejémonos de eufemismos y de mentiras, NADA podrá justificar de manera convincente los crímenes, la desaparición ni el genocidio en Colombia.
La política de seguridad democrática, bandera del presente gobierno ha fracasado y alude a palabras manoseadas que poco o nada tienen que ver con la realidad presente, puesto que no existe en este país el más mínimo asomo de seguridad, y menos aún, el ejercicio de la democracia.
Nadie puede creer en una ley de justicia y paz confeccionada a medias, para tratar de favorecer a un grupo de paramilitares y narcotraficantes (Porque no son todos, faltan.) pedidos en extradición, que amenazan al establecimiento con decir la verdad que nada conviene a los actuales dirigentes de la nación.
Chantaje de delincuentes escudados en la verdad, amenaza de extradición como dique de contención, impunidad de delitos atroces y de lesa humanidad y debilidad judicial para vergüenza del mundo, son solo algunos de los componentes de este triste y vergonzoso capítulo de la historia actual de Colombia, que ojalá pronto culmine y se resuelva de la mejor manera.
Digámosle no a más políticas de seguridad democrática y sí a una solución política negociada y concertada por medio del diálogo y la reconciliación!
Los errores se aceptan y se corrigen a tiempo, no se pueden tapar eternamente, es imposible.

DOUGLAS MONTAÑÉz YASPE


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